Extracto del último artículo de Javier Aristu, "Viendo la realidad" que trata sobre la actualidad, tanto política como sindical, de los problemas que nos atañen, su repercusión en redes y en los medios de comunicación y populismos .
En estos últimos tiempos hemos asistido a una poderosa campaña de desprestigio y deterioro de ese instrumento indispensable en democracia como es el sindicalismo confederal. Puede parecer normal que la derecha esté interesada en ello y que el empresario trate de participar de una forma u otra en esa operación de debilitamiento del instrumento de representación de los trabajadores.
El sindicalismo confederal ha sufrido también procesos de deterioro y de ruptura de códigos éticos de comportamiento, lo que no se debe negar ni tratar de oscurecer. Ninguna organización social está libre de esos vicios de comportamientos individuales y colectivos.
No es comprensible, sin embargo, la actitud de algunos que, desde posiciones autodenominadas de izquierda o radicales, ponen como objetivo fundamental de sus propuestas sociales la crítica y el ataque a las organizaciones más representativas de los trabajadores. Discrepar es legítimo y no debe ser anatemizado; azuzar el anti-sindicalismo y participar en la ceremonia de la confusión contra este movimiento mayoritario es simplemente muestra de ignorancia.
Pero ya ha quedado claro, tras estos duros años de crisis, dónde está cada uno en este juego de intereses sociales a la hora de repartir la riqueza de un país. El problema número uno en estos momentos es reequilibrar el injusto reparto de la riqueza del país en la actual fase de crecimiento. Va a ser una batalla de primer orden que va a exigir mucha inteligencia colectiva (“cerebro social”) y mucha voluntad de esfuerzos.
Inteligencia para captar por dónde va la corriente profunda de los cambios y voluntad para construir ámbitos de organización y de movilización. En el futuro de España los sindicatos tienen un papel que jugar porque están demostrando que saben leer los cambios y que son representativos de una parte consistente del país; y a la vez, los sindicatos serán palancas fundamentales para el cambio social si son capaces de ofrecer también proyectos que vayan más allá del simple acuerdo de salarios o de rentas.
Si en el campo de la política de izquierda no vemos un panorama atractivo y positivo, creo que en el campo de lo social la sensación es menos negativa. La presencia sindical y el esfuerzo que están haciendo los trabajadores organizados permiten abrir una vía algo más esperanzadora. Dentro de un panorama muy oscuro y con perspectivas muy problemáticas, es cierto, podemos decir que al menos sigue habiendo vida en Marte…
En campo abierto Accede al interesante artículo completo de Javier Aristu.
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